A partir de un Diagnóstico psicomotor: ¿El juego como dispositivo y proceso terapéutico psicomotor en la adolescencia?
A partir de un Diagnóstico psicomotor: ¿El juego como dispositivo y proceso terapéutico psicomotor en la adolescencia?
Si partimos de la premisa que el diagnóstico psicomotor no se trata de una conclusión unívoca, uni dimensional, una certeza y una determinación, o de un proceso sino de una construcción a partir de considerar múltiples dimensiones
¿Qué de ese diagnóstico habilita el proceso terapéutico?
Tomando el párrafo de esta convocatoria “11° Encuentro Nacional de Psicomotricidad” aquí en Córdoba, me da pie a la reflexión que comencé en un trabajo final de la materia Psicología Evolutiva II, de nuestra carrera en la UNTREF, sobre lo habilitador que puede ser o no el juego luego de un diagnóstico psicomotor: Como un proceso terapéutico y dispositivo que permita como Deleuze dice las múltiples universalidades subjetivas de cada persona. Y no solo en la niñez sino que se aborde en la adolescencia.
En este momento fundamental en la búsqueda de la identidad corporal ¿Es necesario un diagnóstico psicomotor como condición de un acompañamiento psicomotriz o podemos visualizar que el juego como dispositivo acompaña la constitución del niño y adolescente en esta búsqueda?
A partir de la temática del trastocamiento del imaginario, concepto acuñado por Laura Hana en Psicología Evolutiva I y II, en la adolescencia en relación a el dispositivo psicomotor, me invitó a pensar como el juego cumple un rol importante en la experiencia del cuerpo en tanto erógeno, deseante.
Un dispositivo que habilita en los juegos de roles y en la pubertad son puestos en escena, allí donde el sujeto se deja ver. Para sí y para los otros. El acting out del que habla Lacan y nos permite ver cómo el sujeto, el adolescente se muestra (Lacan,1962-1963, p.136). Por ejemplo: escribir un libro, comenzar clases de teatro, actividades artísticas, etc.
¿Pero qué pasa frente a un presunto diagnóstico: condiciona al posicionamiento del sujeto en su constitución corporal en la adolescencia? ¿Lo lanza a puro objeto, etiqueta y diagnóstico? ¿Lo deja fuera de escena?
Es notorio que en la adolescencia y pubertad trae consigo un nuevo cuerpo, que no solo desconoce visualmente sino que las sensaciones que este le produce son nuevas, el adolescente no cuenta con recursos simbólicos, ¿O bien podríamos decir, que los recursos con los que cuenta no le permiten dar una respuesta al cuerpo desconocido y propio que acontece en sí y con el?
Desde la psicomotricidad entendemos que todo proceso de la constitución corporal se da en constante interrelación al comienzo en el pequeño con su primer entorno y luego con un entorno del mundo, sus primeras experiencias fuera de quienes cumplen o quien cumple el rol primario, el Otro. Y ahora lo reproduce, vivencia y discute con otros, otros que no solo implican lugares en el imaginario para la constitución del yo sino otros cuerpos que me permiten vivenciar las experiencias de encuentros y desencuentros, no puedo dejar de nombrar aquí el diálogo tónico, concepto del Dr Julian de Ajuriaguerra, e interrogarme:¿Que del Diálogo tónico primario, podríamos decir, hay en el juego con los otros en la adolescencia?
Con los aportes del Psicoanálisis a nuestra disciplina para la articulación de la mirada hacia el cuerpo del adolescente en relación a un presunto diagnóstico podemos recurrir al seminario 10 "La angustia", Lacan nos deja una relación entre el estadio espejo y la angustia como formador del yo, y sus incidencia en las identificaciones con los otros (Lacan,1962-1963, p.39). Se puede pensar que aquello que en un primer momento desde la matriz simbólica hizo huella en el imaginario del cuerpo, y hoy en la adolescencia se trastoca desde la identificación. Identificación que ya no es solo con el Otro primordial, sino con la afirmación de lo que “soy, quien soy”, pero desde la mirada escópica de los otros. Posicionándose. Al afuera, el afuera del mundo. ¿Pero qué sucede si ese posicionamiento está condicionado por la mirada de ese diagnóstico? ¿Cómo va haciendo cuerpo: con la etiqueta o el “quién soy”?
Un espejo formador con la mirada de los grupos sociales y la palabra que hace peso, palabra del médico, del analista, del psicomotricista y la familia que lo posicionan en un lugar, imaginario, del “quien soy o no soy”, el adolescente, como dice Manonni en el texto “Crisis de la adolescencia” ,sabe lo que no es pero no lo que es. Desde la falta sabiendo que no es, es.
Entonces podemos decir que el adolescente juega a ser otros, con los ropajes que permiten ser y no ser, de los que habla en este mismo texto el autor. (Mannoni, O. Deluz, A. Gibello, B. Hébrard, J. ,1985, P. 9)
El adolescente se interroga: ¿Quién soy para el Otro? Esa falta aparece en interrogante y lo hace con la puesta en escena que sube del mundo, con las leyes del significante, y la angustia se anoticia pero ¿Dónde más? Allí en el cuerpo.(Lacan, 1962-1963,p.145-160).
El cuerpo jugado que hace experiencia buscando su lugar en el mundo nos aclara Manonni en “La crisis de la adolescencia”(Mannoni, O. Deluz, A. Gibello, B. Hébrard, J. ,1985, P. 10) y posicionarse en su función de sujeto con su historia, que en la ficha de cátedra “El estallido adolescente” nos amplía diciendo que a partir de esta historia, con sus fantasmas, el sujeto intenta dar respuesta. (Hana, S/A, p.3)El adolescente apela a su creatividad para comenzar a constituirse como tal. ¿Porque no el juego como donador de experiencias corporales que nos permitan jugar a quien soy?. Un juego transformado, quizás reglado, donde entra el rito para poder familiarizar a lo desconocido, como explica en “El tabú de la virginidad” Freud.
Deleuze reflexiona lo importante del dispositivo en tanto red que permite el proceso de la subjetividad, la verdad en el dispositivo, no como único y universal, sino como múltiples universales. Donde las líneas de variaciones son entendidas como fracturas que traen nuevas formas de saber y poder en la subjetivación. Allí la historia del sujeto lo separa de aquello que fue y va siendo (Deleuze,1990 p.3-7) . ¿El juego como dispositivo permite esto? ¿Ir ha-siendo cuerpo?¿Habilita y posibilita las múltiples universalidades que dan lugar a las diversas subjetividades de cada individuo, de cuerpos que suelen estar normalizados en una estructura y contexto social, donde se espera algo de ellos, donde la etiqueta del diagnóstico influye?
Se puede apelar al juego como sostén de ese despliegue psicomotor en experiencia, sostén del que Lacan habla en el "Seminario X " como lugar del analista y aparece justamente en el acting out, el sostén que parece como un no dejar caer (Lacan.1962-1963,p.163), y en este caso como psicomotricistas: ¿El juego constituye un espacio, un dar lugar a aquello que no está de entrada? ¿Articular el deseo ante una demanda del adolescente para ir haciendo cuerpo en el acontecer de la clínica psicomotriz? Puede ser desde una palmada, un gesto,el tono de voz, la palabra, mirada, objetos, el tiempo mismo entran como variables psicomotrices en el jugar que tiene implicación corporal. Esto lo podemos relacionar con el texto "Lo actual en el dispositivo analítico" de Laura Hana cuando explica la Constitución del dispositivo como aquello que se dispone, se hace presente el acontecimiento, que eso incluye la discontinuidad del mismo (Hana,2000,p.1) y cómo la ficción introduce la escena, entonces ¿El juego no tiene la capacidad de sostener la ficción misma del sujeto como verdad, una verdad jugada, puesta en escena, sostener en ficción quien soy y quién no soy como actor social? Mannoni trae a Winnicot en el texto “ Crisis en la adolescencia” para afirmar como en el espacio analitico el juego es importante para habitar el espacio transicional, y la realidad allí poco participa(Mannoni, O. Deluz, A. Gibello, B. Hébrard, J. ,1985, P. 20), entendiendo esto: el juego y la palabra en su relación simbólica ¿Pueden sostener desde esa ficción con carácter de verdad, la función de sujeto que lo afirma exhibiéndose en el mundo, con los otros que lo invitan a ser? ¿Quizás el juego pueda dar esas herramientas simbólicas que hacen falta en el cuerpo del adolescente y en la experiencia del mismo?
En el texto “Acerca de un dispositivo institucional” de Diharce podemos reflexionar de este lugar que el juego toma, en un primer ejemplo la autora trae cómo la institución puede cumplir el lugar del Otro, la familia, desde la perspectiva del juego de Fort-da, la ausencia y presencia, una ley que sanciona, ordena y organiza (Diharce,1989, p185). Pero siempre con un decir, un pacto en el medio de este dispositivo, como en el texto “ Lo actual en el dispositivo analitico” explica que la palabra es conductora del pensar (Hana,2000,p.3). Si el juego y lo simbólico se entrelazan ¿El juego como dispositivo abre camino a un decir, propio del adolescente, poner voz al cuerpo?
Siguiendo el texto de Diharce me permito reflexionar un poco más y digo: ¿El juego ubica en su lugar de responsable de su propio goce al adolescente? (Diharce,1989,p.187) ¿Será que este ahora puesto en juego como ley cuando sanciona y a la vez posibilita al sujeto en su lugar o función de tal?
Un dispositivo que parece no carecer de caducidad, sino que al contrario nos dona la diversidad de las redes subjetivas como nos da a entender Deleuze (Deleuze,1990,p.3-7). ¿Y si este dispositivo acompaña no solo luego de un diagnóstico sino también en la Constitución psicomotora del sujeto sin diagnóstico?
El fin de esta reflexión teórica es comenzar con el ejercicio de la interpelación desde estos momentos de formación como profesional dentro de la carrera y llevarlo como un recurso a futuro en nuestro rol frente al ámbito clínico, comunitario, educativo, etc. Acostumbrarnos a que no siempre las respuestas sean cerradas sino al contrario buscar siempre la reflexión ética de lo que estamos trabajando.
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